DISCIPLINA POSITIVA: LAS 9 REGLAS DE ORO PARA EDUCAR A LOS HIJOS

Educar a un hijo es transmitirle valores positivos y de respeto, seguridad ante los retos que se le van a presentar día a día, capacidad de adaptación a situaciones nuevas, habilidades de relación con otras personas, perseverancia para conseguir sus objetivos, inteligencia emocional y disciplina positiva.

Todo esto no es fácil, pero tampoco imposible.

Vamos a ver 9 normas básicas que hemos de tener en cuenta si queremos que nuestra forma de educar, inculcar valores y disciplina a nuestros hijos vaya en la dirección adecuada.

1) FIRMEZA Y CARIÑO

Se suele considerar el amor como una fuerza positiva y la firmeza o autoridad como una fuerza negativa y potencialmente destructiva. En realidad son fuerzas complementarias que deben ir unidas.

Con firmeza no queremos decir una excesiva dureza ni severidad, sino más bien consistencia, estabilidad, solidez y seguridad a la hora de marcar límites en nuestra disciplina.

El niño que se sienta querido es resultado de experimentar cariño, cuidados, la seguridad de sentirse valioso, dedicarle tiempo por parte de los padres.

En el cariño sin la firmeza, el amor se vuelve permisivo, posesivo o sobreprotector. Asimismo, sin el efecto del amor la autoridad o firmeza de los padres se hace insoportable.

2)  RESPETO

Respeto significa tratar a nuestros hijos como quisiéramos ser tratados. No nos gusta que no chillen, que nos humillen, que nos amenacen o nos hablen de forma sarcástica.

¿Por qué iba a gustarles a los niños?

Los niños son bastante frágiles y dependen de nosotros para fortalecer su confianza y valor para enfrentarse al mundo. El respeto y auto-respeto están muy relacionados.

3) PACIENCIA

La disciplina es cuestión de tiempo.

Los niños tienen que habituarse a un código nuevo que además, en ocasiones, va en una dirección contraria a sus tendencias e impulsos. Ellos quieren jugar todo el tiempo, a algunos les encanta ensuciarse o decir no a sus padres.

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Necesitan explorar su ambiente y a sí mismos.

Necesitan tiempo para aprender las normas de los padres y los padres necesitan tiempo para aprender y consolidar los métodos de educación que más les funcionan.

4) MANTENER LA CALMA

La tarea de educar debe desarrollarse dentro de un marco general de tranquilidad y serenidad.

Si no establecemos una acción común y nuestra manera de reaccionar varía en función de nuestro estado de ánimo, o nuestro duro día de trabajo, impondremos disciplina llevados por el enfado, antes que por la sensatez.

Nuestros hijos e hijas tienen necesidades diferentes a las nuestras, es por ello imprescindible grandes dosis de paciencia para afrontar eficazmente el comportamiento inadecuado.

Mantener la calma se traduce en autocontrol. Cuanto más autocontrol tengamos, más planificadas serán nuestras actuaciones y menos nos dejaremos llevar por nuestros impulsos.

5) COHERENCIA

La coherencia es un ingrediente fundamental para que nuestros hijos obedezcan. Significa conexión entre nuestras acciones y nuestras palabras en diferentes situaciones.

Si en nuestra educación hay conexión entre lo que decimos y hacemos les permitirá a nuestras hijos predecir las consecuencias de su comportamiento, y de esta forma, modifica el comportamiento en base a tales predicciones.

Para una adecuada disciplina positiva, debemos ser coherentes en tres niveles:

Coherencia entre los dos padres.

Coherencia entre lo que se dice y se hace: si se ddice que si no llega a la hora de la comida no habrá postre, se tiene que cumplir.

Coherencia en diferentes situaciones: aplicar los premios y castigos ante las mismas conductas. Si no recoge los juguetes tiene que haber una consecuencia, independientemente de mi estado de ánimo.

6) METAS EDUCATIVAS

Las metas educativas son aquellos aspectos que queremos que alcancen nuestros hijos a través de nuestra educación. Constituyen auténticas guías para la acción educativa.

Ejemplos de metas educativas son, por ejemplo, “quiero que mi hijo sea limpio y ordenado”, “sea honesto”, “tenga autocontrol” o “tenga respeto por los demás”.

Para saber qué metas educativas tenemos como padres, sería útil respondernos a estas preguntas:

¿Qué es lo que quiero que aprenda?

¿Qué comportamientos considero intolerables?

¿Qué valores quiero inculcarles?

Para alcanzar nuestras metas es importante tener un plan de acción. Aquí entran las diferentes herramientas, técnicas y estrategias educativas que hacen posible que nuestras metas se lleven a cabo.

Para tener unas metas adecuadas y no frustrarnos, es necesario tener unas expectativas realistas. No hay niños perfectos, como tampoco padres perfectos. No podemos exigirles más de lo que pueden dar. Para ello tenemos que conocer muy bien a nuestros hijos, tanto sus capacidades como sus limitaciones.

7)  CRITERIOS COMUNES

Los padres deben estar unidos en la educación de los hijos.

La disciplina deberá ser aplicada de forma que los niños no acaben pensando en el padre como “un hueso duro de roer” y en la madre como “una blandengue” o viceversa.

Es importante que los padres se pongan de acuerdo en ciertos criterios a la hora de aplicar disciplina, de forma que trasmitan al niño mensajes tales como “estamos en esto juntos”, “no vamos cada uno por un lado

8) PRÁCTICA

La disciplina requiere práctica, mucha práctica.

Aprendemos a enseñar disciplina de la misma forma que aprendemos cualquier otra cosa, a través del estudio y la práctica.

Si quisiéramos aprender a conducir, el profesor de la autoescuela nos diría que no basta con leerse el manual, no con algunas clases prácticas. Nos diría que practicáramos tanto como nos sea posible, incluso sería bueno volver al manual para revisar algunos aspectos que se nos pueden ir olvidando.

9) TIEMPO

Cuando dedicamos tiempo a nuestros hijos, podemos observar de qué manera comen, cómo estudian, cuándo dicen mentiras, cuándo tienen un problema, etc. Tomando tiempo para ellos, sabremos cuándo necesitan hablar, cuándo necesitan un abrazo, ánimo o límites.

Es importante la cantidad sin pasar por alto la calidad.

Cuando decidamos estar con ellos, hay que estarlo al cien por cien. Por eso no funciona jugar con ellos mientras vemos la tele o leemos una revista.

Este tiempo compartido diario repercute tanto en una relación más fluida y satisfactoria como en la disciplina, ya que estarán más receptivos a ella.

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