¿QUÉ ES LA ANSIEDAD?

Cualquier situación nueva o amenazante suscita ansiedad en algún grado. Es uno de los mecanismos que la naturaleza y la evolución han diseñado para poder hacer frente a los peligros y garantizar nuestra supervivencia. En cuanto percibimos el peligro, esta señal de amenaza es procesada en nuestro cerebro y nuestro cuerpo se pone en acción para afrontarla. A partir de aquí se pone en marcha el programa de ansiedad.

¿Cuáles son los síntomas de la ansiedad?

La ansiedad aparece en nuestro cuerpo en forma de palpitaciones, sensación de ahogo, taquicardia, temblor en la voz, mareos, dificultad para respirar, presión en el estómago y otros cambios fisiológicos.

Aunque todo esto sea incómodo y desagradable, lo cierto es que la ansiedad se caracteriza por su corta duración. La explicación es muy sencilla. Cuando hay un peligro, la reacción no puede ser larga. Da igual si es luchar contra una fiera salvaje o esquivar a un coche. El desenlace ocurrirá rápido.

La ansiedad es desagradable, pero no es peligrosa

Otra buena noticia es que, aunque la ansiedad sea molesta, no es peligrosa, no nos puede hacer daño. ¿Qué sentido tendría que aquello que la naturaleza ha diseñado para protegernos, nos hiciera daño?

Durante toda la evolución de nuestra especie, hemos vivido en todo tipo de condiciones, edades y escenarios, acompañados de la ansiedad. Y ésta jamás ha interferido en nuestro desarrollo. La ansiedad tiene su razón de ser cuando afrontamos situaciones peligrosas, pero, ¿Qué pasa cuando el programa de ansiedad se dispara ante situaciones que no son peligrosas? Aquí, en estos casos, no podríamos hablar de ansiedad, sino de trastornos de ansiedad.

Un trastorno de ansiedad se podría definir como una reacción de ansiedad en principio adaptativa, saludable, que se activa en una situación no peligrosa, ante la que no debería activarse.

Por ejemplo, una persona con fobia a volar, percibe un avión como una trampa mortal y al procesar ese escenario como peligroso, la ansiedad aparece.

La explicación a este proceso está en la conexión.

El problema de esta persona no está en la bioquímica de su cerebro ni en que su sistema nervioso autónomo se haya desregulado, sino que conectó volar con peligro inminente. Esta es la razón de la aparición de la mayoría de los trastornos de ansiedad.

¿Qué trastornos de ansiedad existen?

Los más frecuentes son el trastorno de ansiedad generalizada, las fobias y el trastorno de pánico.

En el primero, aparecen preocupaciones intensas sobre varios temas, las cuales interfieren en varias áreas de la vida de las personas, como son el trabajo, la pareja o las relaciones sociales. Estas preocupaciones pueden ser sobre la salud, el futuro, el trabajo, los hijos u otros temas y frecuentemente van acompañadas de síntomas de ansiedad y/o molestias físicas como dolores de cabeza, cansancio o dificultad para dormir.

Las fobias también son trastornos de ansiedad y consisten en un miedo irracional y desproporcionado ante ciertos estímulos, lo que provoca que las personas que las padecen eviten o escapen de ellos. Las más frecuentes son la fobia a los animales, a las tormentas o a la sangre y las inyecciones. También existe el miedo a volar en avión, a los espacios cerrados (como los ascensores) o la fobia social.

En cuanto al trastorno de pánico aparece cuando tienen lugar varios ataques de ansiedad, en los que de forma brusca pueden aparecer palpitaciones, sensación de ahogo, mareos, temblores o miedo a morir, entre otras sensaciones físicas. La persona, en ocasiones, suele tener miedo a que vuelvan a ocurrir los ataques, con lo cual evita situaciones o lugares en los que éstos podrían darse. Si esto se produce lo llamamos Trastorno de Pánico con Agorafobia.

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